Entre ola de calor y calor, las recomendaciones generales para protegerse de las altas temperaturas se suelen suceder una tras de otra: hidratarse con regularidad, evitar la exposición solar en las horas centrales del día, trasladar el ejercicio físico a los momentos más frescos de la jornada, mantener las casas aisladas y airearlas o bien por la noche o bien por la mañana… Son algunos ejemplos que se repiten en estos meses. Pero en este artículo, nos centraremos en cinco mitos veraniegos -algunos bien conocidos- que sin que se sepa muy bien por qué sobreviven año tras año:
La orina y las medusas
Por mucho que se empeñen algunas películas y varias series clásicas como Friends, no resulta muy sensato orinar sobre la picadura de las medusas. La esperada respuesta balsámica, de producirse, respondería en realidad a un efecto placebo poco curador. Por otra parte, orinar sobre una picadura no sería una acción inocua, ya que podría llegar a extender la toxina. Esta misma respuesta vale para las picaduras de las fanecas y de cualquier otro “monstruo marino” que emerja de las aguas para torcerte un día de playa.
El sol y los días nublados
Si eres de las personas que cuando hay dos nubes en el cielo prescinde de la crema, tenemos malas noticias: los rayos solares siguen causando estragos, tanto a corto como a largo plazo. En un día completamente nublado, durante el verano, los cálculos indican que el 40% de la radiación ultravioleta llega igualmente a la tierra y repercute sobre tu piel. Para exponerse al sol, siempre con la protección solar adecuada para nuestro tipo de piel, ya que la amenaza sigue ahí, aunque no la veas como la ves los días con el sol más plomizo.
Los cortes de digestión
Los cortes de digestión existir, existen. Ahora bien, esperar dos horas después de comer para salvarse de este problema es una garantía falsa que se extiende desde los tiempos de Verano azul, e incluso desde antes. Es un consejo repetido en las familias que poco fundamento tiene. Ahora bien, el cambio brusco de temperatura que implica zambullirse en el agua es un riesgo y cuando estamos en proceso de digestión, los esfuerzos metabólicos y la sangre se concentran en esta actividad, debilitando el resto del cuerpo. La recomendación general, hayas comido o no, es entrar poco a poco en el agua. ¡Ah, y por norma comer en exceso nunca es bueno!
El agua del mar cura las heridas
En realidad, lo que cura mejor las heridas es la atención médica, los puntos de sutura, los vendajes, los antibióticos para atajar las infecciones y el tiempo, que también influye para que todo cure. Cierto es que el mar, por la presencia de sal en su agua, puede ayudar en casos de cortes superficiales, pero con heridas abiertas considerables o en proceso muy inicial de cura no resulta una buena opción en la medida en que produce dolor, así como la posibilidad de que múltiples microorganismos presentes en el mar puedan entrar en el cuerpo produciendo infecciones.
Cerveza, refrescos y zumos contra la sed
Cualquier bebida sacia la sed. La verdad es que los líquidos con mucho azúcar aliviarán momentáneamente la sensación y refrescarán, pero no atajarán la sed a medio plazo. Igual pasa con las bebidas alcohólicas: seguirás necesitando beber. El agua es la mejor opción para hidratarse.
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